sábado, 13 de febrero de 2010

Sin lugar a dudas

Hoy tras haber recorrido juntos mudanzas, ciudades, tesis, escuelas, nacimientos, decisiones, cambios de rumbo, amigos, familias, obstáculos, libros, gatos, sustos, trufas, azahares, paisajes, boletas, partidos, recitales, reportes, regalías, planes, visitas, templos, agendas, besos, medicinas, madrugadas, cafeína, películas, canciones, ritos, viajes y más de 500 noches…

Puedo y quiero decirte que te amo sin lugar a dudas.
Te amo más que en el principio, no porque en el principio fuera poco.
Te amo en el reloj que se cumple cada mañana, en la hora del inicio y de las dudas.
Te amo en los desvelos de la fiebre, los espasmos y la incertidumbre; cuando la paternidad-maternidad nos confronta y nos exige.
Te amo también en esos otros desvelos, los de la piel, las caricias y las miradas.
Te amo en las risas que inundan nuestra casa y se quedan colgadas de las ventanas, para que los amaneceres sonrían.
Te amo en las limitaciones quincenales, en la estrechez de los números que prometen más.
Te amo en las horas del aula, imprecisas y maravillosas; cuando salgo a sembrar sueños, dudas e inquietudes.
Te amo en cada pisada silenciosa, en cada par de orejas puntiagudas, en cada mirada en las sombras; cuando cada maullido lleva tu nombre.
Te amo en los ratos de corbata y zapatos uva; cuando hay que sonreír y bailar y posar.
Te amo en la redonda magia que sabe a cacao, impregnada de esperanzas.
Te amo desde dos pares ojos: similares, demandantes, confiados, compartidos.
Te amo desde el fondo de una taza, cuando el aroma te lleva mi cariño disfrazado de café.
Te amo en el sueño y la promesa de una vida juntos, porque no sabría concebir un futuro sin tu nombre junto al mío.

¿Te casas conmigo?

No hay comentarios: